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DOMINGO XXIX -B-

DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.

El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.

DOMINGO XXIX -B-

 
1ª Lectura: Isaías 53,10-11.
 
    El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará, con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
*** *** ***
 
    El texto, tomado del cuarto canto del Siervo, puede leerse como una “profecía” del “siervo Jesús”. Tras una existencia aparentemente frustrada, el Siervo justificará a muchos (cf. Mc 10,45). No será una existencia estéril. Los planes de Dios no siempre son de fácil lectura, pero tienen su clave de lectura. 
 
2ª Lectura: Hebreos 4,14-16.
 
    Hermanos:
    Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
 
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   Cristo, sumo sacerdote, es nuestra avanzadilla en el cielo, y allí se ha convertido en intercesor permanente. Sus heridas no solo nos han curado (1 Pe 2,24), sino que son memoria viva ante el Padre, suyo y nuestro. Jesucristo es de los nuestros, nos conoce y “no se avergüenza de llamarnos hermanos” (Heb 2,11). Ahí radica la esperanza del cristiano. La existencia de Jesús es pro-existencial: lo fue en su vida terrena y lo sigue siendo en el cielo.
 
Evangelio: Marcos 10,35-45.
 
    En aquel tiempo se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
    Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
    Contestaron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
    Jesús replicó: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
    Contestaron: Lo somos.
    Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
    Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
 
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    A continuación del tercer anuncio de la Pasión, este relato pone, una vez más, en evidencia la "resistencia" de los discípulos para comprender (cf. 8,32ss; 9, 32ss). La sección consta de dos partes: vv. 35-40  y  42-45. Contemplando los paralelos sinópticos se advierten algunas peculiaridades. Mt pone la petición en labios de la madre (20, 20-21) y elimina la mención del bautismo. Lc, que no transmite la primera parte, la segunda (vv 42-45) la sitúa en un contexto diferente: en el de la institución de la eucaristía, inmediatamente después de su narración (Lc 22, 24-27). 
La respuesta de Jesús se articula en dos momentos: haciéndoles caer en la cuenta de que desconocen el alcance real de su petición, y realizando la contraoferta.  El v. 41 (el enfado de los otros diez) sirve de tránsito para la segunda parte, y también de radiografía de la "calidad" humana del grupo. Partiendo de una constatación de hecho: el modo cómo se ejerce el poder político, Jesús les presenta un estilo alternativo, articulado en tres proverbios o sentencias (los destinatarios del evangelio de Mc han conocido el despotismo de Nerón). La alternativa cristiana es de otro estilo. Y está fundamentada e inspirada en el ejemplo del Maestro. La expresión "por muchos" (cf. 14,24) puede entenderse en un sentido circunscrito, aunque indeterminado, o universal -por todos-; el testimonio de 1 Tim 2,6 lo confirma. La alusión a la muerte expiatoria tiene como trasfondo a Is 53, 10-12, aunque la de Jesús presenta elementos del todo singulares. 
La petición de los Zebedeos sirve para conocer la propuesta de Jesús: participar en su destino (cáliz y bautismo), y el estilo de la comunidad cristiana: el servicio. Jesús es alternativo a los sistemas imperantes; no es solo contrario a ellos -no es un NO-, sino distinto -es un SÍ-, una propuesta renovadora.
 
 
REFLEXIÓN PASTORAL
 
    La escena evangélica protagonizada por los hijos del Zebedeo da lugar a interpretaciones diametralmente opuestas. La mayor parte de los comentaristas atribuyen esta actitud a una ambición desenfrenada, a deseo de supremacía... Otros, por el contrario (los menos), asumen la defensa de los acusados, considerando el conjunto de la escena como expresión de amistad y del deseo de los dos hermanos de acompañar a Jesús a lo largo de su camino, de estar a las duras y a las maduras... Pero permanece el hecho de que el episodio, a no ser que se recurra a simplificaciones apresuradas, presenta aspectos desconcertantes. El evangelista Lucas lo ignora, y S. Mateo se lo endosa a la madre. El relato de Marcos tiene todos los visos de corresponder a la realidad.
     Se puede sostener, adoptando una solución intermedia, que la petición de Santiago y Juan no parece ni descaradamente egoísta, ni totalmente desinteresada. Una mezcla de entusiasmo y cálculo. Un fondo de generosidad, en el que se insinúa una pizca de vanagloria. Una disponibilidad al riesgo, pero con alguna garantía. En una palabra, ingenuidad y picardía...
     Jesús no les reprende; se limita a "purificar" su visión y su pretensión. Sin embargo los compañeros interpretaron desfavorablemente la postura de los hermanos. Se sienten ofendidos por el atrevimiento de los dos colegas; piensan que eso puede atentar contra la estabilidad del grupo. En realidad los "diez" alimentaban las mismas pretensiones. Poco antes, Jesús, sorprendido del “ruido” que percibió en el grupo camino de Cafarnaún, había preguntado a los Doce: "¿De qué discutíais por el camino"?, y no contestaron, porque por el camino habían discutido sobre quién sería el más importante (Mc 9,33-34).
    "No sabéis lo que pedís", les responde Jesús, y les hace la única oferta posible para quien de verdad busque su cercanía: "el cáliz". Él no es un seguro de éxito humano, sino un reto y un riesgo. 
     Y al resto del grupo les aclara el verdadero estilo, alternativo, que ha venido a instaurar: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan y los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero que sea esclavo de todos". No se trata de demandar puestos a la derecha o a la izquierda; el puesto que recomienda Jesús es el que adoptó él, lavando los pies de los discípulos (Jn 13,1-14). ¡Más claro! Y es que Jesús diseña una tipología alternativa, revalidando lo menor y a los menores. Y lo hace conscientemente, sabiendo que, procediendo así, desconcertaba y desestabilizaba no solo el sistema socio-religioso de su tiempo, sino a los propios discípulos.
     Tanto la primera lectura, como la segunda, subrayan también el aspecto del servicio del enviado de Dios: entrega personal de la vida, entrega exhaustiva, en vertiente profética (primera lectura) y en vertiente sacerdotal (segunda lectura). Se trata de un servicio no ritual, sino existencial, hasta el agotamiento. Y, muchas veces, un servicio silencioso, sin publicidad, sin cámaras… Porque hay quienes están dispuestos a servir, pero desde la presidencia, desde la dirección… ¿Seremos capaces de esto? 
    Estas palabras de Jesús suponen una llamada de atención a una Iglesia permanentemente tentada de confundir la “presencia” con la “presidencia”, de servir desde el poder, confundiendo el poder servir con el servicio del y desde el poder.
    La Iglesia, la comunidad de los creyentes en Cristo, solo será útil y significativa para los hombres y sobre todo fiel a su fundador, en la medida que sea alternativa; en la medida en que rompa la lógica de lo mundano. "No sea así entre vosotros” (Mc 10,43).
     Cuando se dedique a copiar estructuras administrativas de pervivencia... Cuando en ella surja la impresión de la existencia de dominados y dominadores... Cuando la burocracia sofoque, ahogue a la gracia... Cuando aparezcan estas señales de alerta, abrir  otra vez esta página de S. Marcos.       
     Jesús no está en contra de que haya dirigentes en la Iglesia. El nombró a Pedro y los Apóstoles. Pero está en contra del modo mundano de ejercer la jefatura. La Iglesia no ha de ser una comunidad desprovista de autoridad, entendida ésta como disponibilidad al servicio, a semejanza de “el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10,45). Y “no está el discípulo sobre su Maestro" (Lc 6,40).
 
REFLEXIÓN PERSONAL
 
.- Cómo cristiano, ¿a qué aspiro en la vida?
.- ¿Qué privilegio: el servicio o el autoservicio?
.- ¿Mi comunión con Cristo es real o ritual?
 
DOMINGO J. MONTERO CARRIÓN, OFMCap.

 

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